Como los bosques era tu vestido.

Y me miraste. Y traías puesto ese vestido que tanto me gusta. Un azul verdoso, verde como la vegetación afrodisíaca para la vista de cualquiera.
Jugamos a ser ciegos, cerrando los ojos una vez más. De todos modos, no había nada con que toparse ésa vez. Estábamos lejos. Ni vos, ni yo podríamos tocarnos. Entonces, no había márgen de error de ninguna caricia. Ningún roce malintencionado, ningún tacto menospreciado.Todos eran perfectos...pués eran puramente creados por la imaginación.
Y sabés. Sí, nena, vos sabés... Que yo vivo en la fantasía, en lo inimaginablemente imaginado... y ahí, tanto como acá, que es lo mismo... sos así: perfecta.
Por medio de una barrera plana de cristal nos tocamos. Y sentí tus vibraciones a través de mi respiración. Aspire hasta la última gota de AIRE que exhalaste. Y me intoxiqué, de ese, aquél veneno más deseado, del que al carecerlo.. la abstinencia aumenta la necesidad... y tocarte.. mata.

Tu vestido flameaba como una bandera. Tendría que haber sabido que eras la colonizadora de mis tierras y venías para quedarte. Pero temía que hayas venido. Porque si lo habías hecho, era seguro que algún día ibas a partir. Entonces nunca viniste. Siempre estuviste.
Es como decirte que vas, que venis.. si sólo SOS.

Y te besé con cautela, tu belleza parecía frágil y no quise corromperla. Y te besé... desperté.. pero no era más que otro día.. otra noche... otra cosa.. otro café frío para pensar en vos.


Será que vivo mucho, en un estado de vigilia, en que no distingo la realidad de la fantasía.

0 comentarios:

Publicar un comentario